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keilor
junio102020

Keilor

adminSede Cartago

Desde que era muy pequeñito, Keilor dejó la casa de sus papitos para irse a vivir con su tía Lorena, debido a que Jorge (su papá) debía trabajar y su mamita padece de una enfermedad que no le permite cuidar al pollito, pero él ha sido muy afortunado porque cuenta con muchísimo amor, su tía lo ama con locura. Nos cuenta Lorena, que cuando el pollito a sus tres años estaba en el kinder, empezó a mostrarse cansado, su apetito empezó a disminuir, tenía dolor en sus pies, oídos, ojos, entre otros. Por desconocimiento, le compraron vitaminas y algunos suplementos alimenticios, sin saber que tiempo después se iban a enterar que éstos agraviaban su condición.

Para inicios del mes de octubre de 2019, Keilor continuaba decaído, con dolores y sin fuerzas, su tía decide llevarlo a revisión y realizarle exámenes de rutina con el propósito de saber ¿qué tenía su bebé?. El 4 de octubre debieron acudir a la clínica de su localidad porque los resultados de los exámenes estaban muy alterados y debían revisarlo de emergencia.

Esa misma noche fue trasladado de emergencia al Hospital Nacional de Niños; mientras tanto, Lorena no sabía exactamente ¿qué tenía el pollito? pero sabía perfectamente que las cosas no estaban bien, alguna mala noticia estaba por venir, sólo trataba de ser fuerte para no alterar a Keilor, con fe y esperanza que todo iba a salir bien. Nos cuenta Lorena que con tal de no despegarse del pollito, no quería ni siquiera ir a casa a bañarse, no tenía apetito ni podía dormir, la desesperación y la tristeza de ver a Keilor mal sin saber su diagnóstico no la dejaban tener paz.

Después de muchísimos exámenes, el 6 de octubre de 2019, le comunicaron a Lorena y Jorge que al pollito le habían diagnosticado leucemia de alto riesgo; de inmediato se desesperaron, lloraban desconsolados y nos cuentan que el miedo de perder a Keilor embargaba su corazón. De inmediato comenzaron a hacerse preguntas de las cuales no sabían la respuesta: ¿qué hicimos mal? ¿será que no lo alimentamos de la mejor manera? ¿esta enfermedad tendrá cura?; Lorena nos cuenta que en ese momento sintió mucha culpabilidad, creía que ellos cuidaban mucho a Keilor, lo alimentaban lo mejor que podían y simplemente no entendían por qué su bebé tenía esta terrible enfermedad.

Jorge debía volver a casa, completamente descompensado fue a tomar el bus de regreso a casa mientras Lorena con las pocas fuerzas que le quedaban, regresó al salón del hospital donde estaba Keilor para empezar el largo y difícil proceso que tenían por delante. Cuando vio al pollito, estaba decaído, triste y asustado, no sabía por qué le estaban haciendo tantos procedimiento ni comprendía por qué debía pasar tantos dolores y sufrimientos.

Keilor pasó más de dos días sin hablar, no quería moverse, su tía lloraba a escondidas sin despegarse de la cama del pollito para cuidarlo y que él se sintiera amado. Fueron pasando los días, el amor de Lorena aliviaba el dolor de Keilor y las fuerzas de ambos se iban renovando. Mientras Lorena cuidaba a nuestro pollito en el hospital, su corazón estaba partido en dos, porque en casa estaban sus otros hijos y todos los demás miembros de la familia, que por supuesto estaban muy preocupados por la salud de Keilor y no podían estar tranquilos sabiendo que estaba la familia separada. Ella tuvo que dejar su trabajo como vendedora de tortillas, tamales, comida, entre otros; pero las cuentas por pagar no se hacían esperar y debían ser canceladas, todas estas preocupaciones estaban en el corazón de Lorena mientras cuidaba a su bebé día y noche en el hospital.

Pero como ya todos sabemos, los Pollitos de Hierro siempre nos demuestran que sus fuerzas nacen de lo más profundo de su corazón y sus ganas de vivir se sobreponen a cualquier circunstancia. Keilor y su tía empezaron a asimilar el proceso, los efectos secundarios de los medicamentos cada día eran más leves y el pollito volvió a tener apetito; ellos siempre han confiado en que todo esto va a pasar y estamos seguros que así va a ser.

La Familia de Pollitos de Hierro ha sido muy afortunada de poder acompañar a Keilor y su familia en este proceso, les hemos podido dar amor, aliviar sus dolores con abrazos y alegrar sus días con las sorpresas que constantemente sus tíos le llevan como recompensa por su valentía, nunca se queja de dolor, no llora y es muy fuerte al recibir los tratamientos. Definitivamente Keilor es un Pollito de Hierro. 

Actualmente, va para un año de tratamiento y cada día está mejor, más fuerte, más amoroso y sobre todo “más feliz”, él ama los “carros llantones” y por supuesto le hemos conseguido muchísimos carros con llantas enormes, le encantan las galletas y el cereal que le damos de premio cuando se come toda la comidita, consentirlo es nuestro mayor placer. Lorena nos dice: yo no sé ¿qué sería de la vida de mi bebé y mía si la Familia de Pollitos de Hierro no estuviera en nuestro camino?, desde que están con nosotros la comida ya no falta en nuestra casa y no existe forma en las que yo pueda terminar de agradecerles algún día.

Aún faltan días de tratamiento, pero mientras que podamos cambiar el dolor por amor, nuestra misión está cumplida.

Autoría: Tía Melissa Romero.

¿Cómo puedes ayudar a un Pollito de Hierro?

La Fundación Pollitos de Hierro busca contribuir con familias que viven en un contexto de pobreza extrema y riesgo social, ayudando a sobrellevar la problemática que se genera a partir del diagnóstico de un niño con cáncer

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