Jonathan

La historia de nuestro pollito empezó hace mucho tiempo, cuando lo vimos por primera vez era un bebé hermoso de tres años que sólo nos estiraba sus brazos para que lo alzáramos, también hacía ojitos y tiraba besos para que le diéramos sus huevitos de chocolate que tanto ama.

En marzo de 2017, Jonathan empezó a tener muchas molestias para hacer sus necesidades básicas, el dolor cada vez era más fuerte y sus padres sentían ese mismo dolor o peor al ver a su pollito sentirse tan mal. De inmediato decidieron llevarlo a revisión a la clínica más cercana, para realizarle exámenes de todo tipo, que al obtener resultados severamente alterados, tuvieron que trasladarlo al Hospital de Alajuela donde le colocaron una sonda y continuaron con muchísimos exámenes más.

Esa misma noche, nuestro pollito fue trasladado al Hospital Nacional de Niños, donde le realizaron un ultrasonido y seguidamente tuvieron que dejarlo internado. Su mamá nos narra que sentía una angustia inexplicable y un terrible miedo al no saber exactamente que estaba pasando con su bebé.
Pasados 22 días, la familia de Jonathan recibió el resultado de una biopsia que tuvieron que realizarle a uno de los tumores que encontraron en su vejiga: “fue un momento que no quiero recordar nunca, mi esposo y yo sentíamos que nuestro mundo se nos terminaba yo solo quería que fuera una pesadilla, quería despertar y que mi niño no sufriera más” (Fátima, mamá de Jonathan). Nos cuenta Fátima que el doctor les indicó que Jonathan tenía un cáncer muy agresivo en su vejiga, que debía recibir muchas sesiones de quimioterapia y que posteriormente tendrían que operarlo.

Para este momento, su otra pollita Emily tenía meses de nacida y no lograba comprender ¿porqué sus papás no estaban? entonces solamente lloraba, su hijo Anthony de diez años sufría la ausencia de su hermano en casa y pasaba todo el día de mal humor al preguntarse ¿porqué todo en su casa había cambiado tanto? ¿porqué mamá y papá pasaban todo el día en el hospital y él debía estar con su abuela todo el tiempo?
Los momentos difíciles parecían no acabar, Fátima tuvo que dejar de trabajar y el papá reducir sus jornadas laborales para cuidar también de Jonathan, realizar las labores del hogar y cuidar de su bebé y de su otro hijo.

Entre muchos otros tratamientos, Jonathan debió vencer 29 sesiones de radioterapia, dos cirugías de vejiga y una de ellas fue la mas impactante, porque el pollito estaba con muchísimas sondas adicionales a las que ya tenía. Debido a que el cáncer había tomado otros órganos, los doctores le informaron a la familia que iban a tener que extraer la próstata, toda la vejiga y le iban a colocar una sonda permanente: “mi esposo y yo, con lágrimas en sus ojos y la angustia que nos invadía el alma, le dijimos a Dios que ¿porqué se había olvidado del milagro de sanar a nuestro bebé?” (Fátima, mamá de Jonathan).

Los padres de Jonathan con toda su fe esperaban fuera de la sala de operaciones que ocurriera un milagro durante esa cirugía y así fue… Cuando el doctor salió del quirófano solamente tenía buenas noticias sobre el pollito, ya que el tumor estaba más pequeño de lo que esperaban, muy localizado y no tuvieron que extraer toda su vejiga sólo la parte donde estaba alojado el tumor, realmente sí había ocurrido un milagro, el pollito como de costumbre era mucho más fuerte de lo que podemos imaginar.

Jonathan siguió con sesiones de quimioterapia, radioterapia y como el cáncer del pollito era muy agresivo y poco común, seguirían con la quimioterapia para evitar una metástasis en cualquier parte del cuerpo o en la misma vejiga.

Sin embargo, con esa fuerza que caracteriza a los Pollitos de Hierro, Jonathan venció el cáncer y aunque sigue en controles estrictos para monitorear que todo esté bien, él no deja de correr, de amar a sus hermanitos, de bailar, de disfrutar cada segundo de su vida y por supuesto no deja de comer la deliciosa pizza que le llevan sus tíos porque saben perfectamente que es su comida favorita.

Las fiestas navideñas de Pollitos de Hierro están llenas de sus gritos, de su voz ronca que nos pide siempre más helados y confites para sus hermanitos y de ese carisma que sólo Jonathan sabe darnos. Nos tiene acostumbrados (desde que era muy bebé) a poder disfrutar de verlo jugar con las burbujas de jabón y por eso en las fiestas de los pollitos jamás podrá faltar la máquina de burbujas.

“A mi familia y a mí no nos alcanza la vida para agradecer a Pollitos de Hierro por llorar conmigo desde el día que diagnosticaron a mi hijo, por estar siempre con nosotros, llevarnos comida cuando más lo necesitamos y amar a todos mis hijos como solo una verdadera familia lo hace, nuestras navidades fueron felices, llenas de luz y regalos, gracias a ustedes” (Fátima, mamá de Jonathan)

Por siempre estaremos agradecidos con la vida de permitirnos disfrutar del milagro que ocurrió en la vida de nuestro Pollito de Hierro.

Autoría: Tía Melissa Romero