Axel
Axel es el bebé más pequeño de tres hijos, jugaba y gritaba a cada minuto, caminaba por todas partes y con sus locuras iluminaba todos los espacios de la casa. Cuando tenía tan sólo un año y siete meses, empezó con algunos síntomas que preocuparon mucho a sus papitos, tales como: fiebre, diarrea, pérdida de peso, pérdida anormal en el color de la piel, entre muchos otros.
De inmediato, Lidieth (mamá de Axel) acudió con su bebé a la clínica de la localidad, donde le hicieron exámenes que salieron muy alterados y fue trasladado de inmediato al hospital más cercano. Durante varios días estuvo en observación, pero Axel no quería comer y seguía con fiebre, por eso tuvo que ser trasladado de emergencia al Hospital Nacional de Niños, mientras su familia estaba preocupada en casa, todos con el corazón destrozado y su mamá no podía contener el llanto.
Nos cuenta Lidieth que a Axel debieron realizarle muchísimos exámenes y procedimientos muy dolorosos para lograr determinar ¿qué tenía realmente su bebé?, dice que en esos momentos de desesperación, solamente deseaba que los minutos pasaran muy rápido y el dolor de su hijo se aliviara, lloraba junto a él y suplicaba que ocurriera un milagro.
Por fin, llegó el momento de saber las nuevas noticias, Lidieth con muchos nervios esperaba el diagnóstico de Axel, hasta que supo que: “su hijo tenía leucemia”. En ese difícil momento, no hay palabras que consuelen, abrazos que quiten el dolor, ni lugar de donde sacar fuerzas. Lidieth nos dice que sólo podía sentir que su hijo se iba a morir, creía que era culpable de lo que estaba viviendo su niño, no conocía bien la enfermedad, no sabía el tratamiento que debía llevar y lo único que había escuchado era que la quimioterapia era terrible para los adultos, no podía ni imaginar el daño que le haría ese tratamiento al cuerpo de su hijo.
El 11 de octubre de 2016, día que Axel y su familia jamás olvidarán, empezaron el tratamiento de quimioterapia que no dio los resultados esperados, entonces tuvieron que aplicarle una quimioterapia más fuerte para lograr salvarle la vida al pollito. Los primeros días de este tratamiento tan fuerte, parecía que no afectaban severamente la salud de Axel, pero conforme pasaban los días, el cabello de nuestro amado pollito empezaba a caerse, le daban fuertes alergias en la piel, no había forma que él quisiera comer y las energía del bebé eran casi nulas.
Para nuestra dicha, la Familia de Pollitos de Hierro siempre tiene el placer de llegar a las familias en los momentos que más nos necesitan, para llenar a los pollitos y sus familias de muchísimo amor, evitar que falten los alimentos y las cosas que los pollitos requieren, pero lo más importante, acompañar a Axel y su familia en los momentos difíciles y que puedan contar con nuestro apoyo incondicional. Con nuestro amado Pollito de Hierro no fue la excepción, los conocimos cuando había una tormenta en sus vidas, la salud de Axel estaba muy complicada, Lidieth tenía el corazón partido en dos por no poder cuidar de sus otros dos hijos en casa; mientras tanto Mainor (papá de Axel) intentaba trabajar, cuidar de Mainor y Cristopher, enviarlos a la escuela y estar al pendiente de su bebé que estaba internado.
Y como nada en nuestra familia pasa por casualidad, nos encargamos de enviarle la comidita que la familia necesitaba en casa, hablar por teléfono con los dos pollitos hermanos de Axel para tratar de aliviarles su dolor, llenarlos de sorpresas y principalmente de mucho amor.
Las cosas para la familia de Axel fueron mejorando, Mainor podía compartir más tiempo con los niños en casa porque ya no tenía el temor que faltaran los alimentos, sabía que la Familia de Pollitos de Hierro cuidaba de ellos, aprendimos juntos a que Lidieth acompañara a sus hijos a Mainor y Cristopher aún estando lejos, le podíamos dar amor a Axel y él nos inyectaba de sus fuerzas, conseguíamos los pañales porque aún era un bebé, entre muchos otros actos de amor que nos hicieron crecer en esta lucha contra el cáncer de nuestro pollito.
Pasaron los minutos difíciles, los días de dolor, los años de cansancio… Hasta que por fin… Casi tres años después de ese 11 de octubre tan difícil donde supimos que Axel debía pasar por un proceso largo, difícil, doloroso y agotador para vencer la leucemia que le diagnosticaron…
Axel es un niño sano
Ahora podemos disfrutar de nuestro amado Pollito de Hierro, reírnos con sus locuras, amar los videos que nos manda, escuchar su hermosa voz; pero principalmente, verlo crecer fuerte, sano y feliz. Cambiamos los pañales por cuadernos para la escuela, la lechita Pediassure por su cereal de rueditas de colores favorito, la cabecita sin cabello por unos hermosos colochos largos, los medicamentos por helados de premio cuando come, el dolor por amor y la tristeza por felicidad.
Más de cuatro años después, hemos comprobado que el cáncer se cura con amor y somos testigos que el acompañamiento a una familia hace la diferencia. Él sabe que lo amamos con locura, que amamos verlo crecer y que tendrá a sus tíos junto a su lado cada minuto de su vida, hasta que nos hagamos viejitos.
Autoría: Tía Melissa Romero.
¿Cómo puedes ayudar a un Pollito de Hierro?
La Fundación Pollitos de Hierro busca contribuir con familias que viven en un contexto de pobreza extrema y riesgo social, ayudando a sobrellevar la problemática que se genera a partir del diagnóstico de un niño con cáncer
