Keydens
Su mamá nos cuenta que todo comenzó un día del padre del 2018, su chiquita se veía un poco enferma y decidieron llevarla a la clínica, donde los refirieron de emergencia al Hospital Nacional de Niños, desde ese instante ella sospechaba que algo malo estaba pasando y su fe era lo único que la sostenía.
A Keydens la dejaron internada y cuando su mamá llegó a visitarla, los doctores le informaron que la habían dormido y le habían iniciado un procedimiento complicado, pero hasta ese momento a ella no sabía el diagnóstico de la pollita y su corazón solo estaba con un mal presentimiento. Después de unas horas, los doctores llevaron a la mamá de Keydens a un salón aparte para darle el diagnóstico: “mi bebé tenía Leucemia, fue un día muy doloroso, como madre sentí que se me desgarro el alma, pero estábamos aliviados de saber que la habíamos llevado a tiempo para que la pudieran tratar” (Tatiana mamá de Keydens).
El camino de la familia de Keydens ha estado lleno de etapas muy duras, porque a los pocos días, también le diagnosticaron azúcar en la sangre y su mamita tuvo que vencer el miedo a las agujas para poder inyectarle todos los días insulina a la pollita. Para sus papitos fue muy doloroso tener que dividir sus corazones en dos: mientras uno cuidaba a Keydens en el hospital, el otro debía cuidar a los dos bebés en la casa, era una tarea diaria y de muchísimo cansancio, máxime que nunca se habían separado ni una noche, su papá nos dijo: “no había tiempo ni forma de poder trabajar”.
También unos de los momentos más duros, era cuando la internaban porque tenía las defensas bajas a raíz de la quimioterapia; en una de las ocasiones le hicieron un examen en los pulmones y la trasladaron a cuidados intensivos porque los mismos le estaban fallando, a sus papás no los dejaban ingresar y cuando pudieron verla de nuevo fue muy duro porque estaba intubada, en coma y con un respirador artificial.
Pero en este proceso no todo ha sido malo, ella pudo despertar, recuperarse, abrir sus hermosos ojitos celestes que iluminan a toda la familia, ser muy valiente y luchar todos los días por salir adelante. En algunas ocasiones bajó muchísimo de peso, pero cuando le daban la salida del hospital su única ilusión era llegar a casa a ver a sus hermanitos y a su papá, estaba muy feliz de besarlos y poder estar juntos de nuevo para vivir el amor que siempre los ha unido.
Para su mamita: “Todo duele, pero todo pasa; el amor de Dios le dio fuerzas para seguir luchando y lo va a hacer hasta el final, mi gran guerrera de Dios, mi Pollita de Hierro”.
Todo el proceso es duro, pero tenemos la fe de que ella será una gran vencedora y podrá tocar su campanita de victoria.
¿Cómo puedes ayudar a un Pollito de Hierro?
La Fundación Pollitos de Hierro busca contribuir con familias que viven en un contexto de pobreza extrema y riesgo social, ayudando a sobrellevar la problemática que se genera a partir del diagnóstico de un niño con cáncer
